Esa mañana amenazaba con llover y mi cara entristecida contrastaba con la ansiedad de quienes esperaban el inevitable chubasco. “Agua, el cacao necesita mucha agua”. Eran las nueve de la mañana, un poco tarde para mi gusto; sin embargo, Cata y los cateños tienen un tiempo, más bien un tempo bastante peculiar. Nos dirigimos hacia […]